La maestra Manuela Pozo Silva

Hoja de servicios de Manuela Pozo Silva

Durante el siglo XIX se aprobaron distintas medidas en el ámbito educativo cuyo objetivo era reducir la alta tasa de analfabetismo. La más representativa de todas ellas fue la ley de instrucción pública, conocida como ley Moyano, por el apellido del ministro, aprobada en 1857. Esta ley, entre otras cuestiones, establecía la obligatoriedad de la enseñanza primaria elemental, desde los seis a los nueve años para ambos sexos, en colegios privados o públicos, sostenidos estos últimos por los ayuntamientos. Además, se establecía que para ejercer el profesorado era necesaria la obtención del título correspondiente, así como un sistema de oposición para el acceso a la función pública.

El marco teórico quedaba, sin embargo, desvirtuado en la práctica por la carencia de medios, especialmente en el medio rural, y por el alto índice de absentismo escolar, pues los niños se implicaban en las tareas familiares desde muy temprana edad.

Descendiendo al ámbito local, Los Hinojosos contaba en el censo de 1860 con una población de 2.160 habitantes, cuya tasa de analfabetismo era de más del 84%, pues 821 hombres y 1009 mujeres declaraban no sabían leer ni escribir. En esos años de mediados del siglo XIX se doblaron el número de escuelas en nuestro pueblo, que contó con dos escuelas de niños y otras dos de niñas. Esta segunda escuela de niñas recién creada tendría como una de sus primeras maestras a Manuel Pozo Silva.

Manuela Pozo nació en Horcajo de Santiago el 23 de enero de 1828, hija de Rafael Pozo y Nicolasa Silva. En 1850 contrajo matrimonio con Cruz Tomás Chacón, hijo de Marcos y Teresa Moya, vecinos de Los Hinojosos, en la iglesia de Las Pedroñeras el 2 de noviembre de 1850.

En 1857 obtuvo el título de maestra tras aprobar el examen celebrado por la Comisión de exámenes para maestras de instrucción primaria de la provincia de Cuenca. Los exámenes constaban de distintos ejercicios y preguntas orales realizados ante un tribunal, cuyos contenidos revelaban la orientación que se quería dar a la enseñanza femenina, pues la doctrina cristiana, así como las labores del hogar estaban entre las competencias examinadas. Nada extraño en una época en la que imperaba la imagen de la mujer como ángel del hogar.

El examen de Manuela consistió en la realización de dos ejercicios. En el primero tuvo que escribir los alfabetos mayúsculo y minúsculo, así como un artículo del reglamento de escuelas. En el segundo ejercicio, fue preguntada por el vocal eclesiástico por doctrina cristiana y hubo de leer en prosa y verso, así como responder a cuestiones de gramática y operaciones de aritmética.

Las maestras examinadoras le preguntaron sobre lo que entonces y hasta hace no mucho tiempo se llamaban “labores propias de su sexo” (cita literal), así como el modo de ejecutarlas y enseñarlas a las niñas.

Tras superar el examen fue preciso que tanto el ayuntamiento como el párroco expedieran sendos certificados de conducta moral. Así el 12 de julio de 1857 el ayuntamiento de Los Hinojosos certificó que Manuela era “de excelente conducta moral y religiosa, lleva bien y cumplidamente los deberes para con su familia, viéndola siempre aplicada asiduamente en los quehaceres de su casa”, siendo firmado por los miembros de la corporación. Asimismo, el párroco Andrés Tejedor informó de igual modo que gozaba de “buena conducta, tanto moral como religiosa, hallándose ocupada en los deberes de su casa”.

Una vez obtenido el título de maestra, fue nombrada por oposición maestra de Montalbo el 4 de agosto de 1858, aunque por enfermedad no pudo ejercer como tal hasta el 1 de diciembre de 1858.

El 17 de marzo de 1859 le fue concedido el traslado a Los Hinojosos, donde residía, tomando posesión el 25 de marzo de 1859 ante el alcalde y presidente de la junta local de instrucción primaria Juan José Orea.

En 1868 se produjo un estallido revolucionario que derrocó a la reina Isabel II y abrió un nuevo periodo en la historia de España. La intensa labor legisladora del periodo se vio lastrada por la inestabilidad política, ya que, a las tensiones entre republicanos y monárquicos de los primeros años, se sumarían el estallido de una nueva guerra civil, la tercera guerra carlista, la guerra en Cuba y tras la abdicación de Amadeo de Saboya y la proclamación de la I República, el movimiento cantonalista.

A nivel local, tras el triunfo de la revolución Gloriosa en septiembre de 1868 se constituyó una Junta Revolucionaria encabezada por Manuel Moya y Joaquín Lodares, presidente y vicepresidente respectivamente, e integrada por representantes de las distintas tendencias políticas que habían impulsado la revolución: liberales progresistas, unionistas y republicanos.

En sesión de 10 octubre de 1868 la Junta Revolucionaria municipal acordó la destitución, entre otros cargos, de la maestra Manuela Pozo por haber inferido en varias ocasiones, antes y después de proclamada la Revolución, expresiones injuriosas a sus instituciones, formándole el ayuntamiento expediente de separación en 1870.

La destitución de Manuela Pozo conllevó el cierre de una de las dos escuelas de niñas, una medida que sería revocada por real orden de 2 de junio de 1877, en la que se obligó al ayuntamiento a restablecer la segunda escuela de niñas reponiendo en su cargo a Manuela Pozo. El alcalde Laureano de Mena certificó la nueva toma de posesión de Manuela Pozo el 9 de julio de 1877. Asimismo, por orden de la dirección general de instrucción pública de 28 de febrero de 1888 se le reconoció como tiempo de servicio los años que estuvo indebidamente separada del mismo.

Manuela Pozo permanecería como maestra de Los Hinojosos hasta su jubilación el 15 de marzo de 1895. Se ponía así fin a más de 25 años dedicados a la docencia y a la enseñanza de las niñas de nuestro pueblo.


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